Thursday, June 15, 2006


Comenzamos con esta foto de una entrevista. Por Marc y Blissett.

La indecencia.

Indecencia, esta palabra se relaciona, o mejor dicho, está dentro del mismo grupo léxico al cual pertenecen las palabras decoro, decorar, indecoroso.

Es su tronco común el verbo decet, decere, decuit, cabe decir que es de categoría impersonal, o lo que es lo mismo, se dice que la acción de los verbos impersonales está fuera de la voluntad de las personas; no son ellas las que activan el verbo.

Como diría Mariano Arnal, en su explicación acerca de la palabra indecencia; “para un romano el decoro o la decencia estaban por encima de la voluntad”, y en ese sentido, el tema de la valoración de una conducta o decir que las cosas son como son, sin que puedan ser de otra manera, deja ver una gran adhesión a un pensamiento conservador y tradicionalista.

Asimismo Arnal nos comenta que este entiendo, que es el sentido de la impersonalidad del verbo, no ocurre lo mismo en griego. Donde los romanos dicen decet, los griegos dicen prepei (prépei); se trata de un verbo que se usaba y se siguió usando con el significado de distinguirse, hacerse notar, antes de pasar al valor impersonal de conviene, es oportuno; eso hace inevitable que este último significado participe en alguna forma del primitivo y originario.

A final de cuentas, hoy en día, Decet, decere, decuit sigue significando convenir a, ser conveniente, sentar bien, estar conforme. Su participio presente es decens, decentis, que sigue manteniendo el mismo significado; para los romanos decentes eran las cosas convenientes, y eran indecentes las que no quedaban bien o las que no convenían.

Y tratándose de personas, decentes eran las que se comportaban de manera decorosa, apropiada e incluso altamente positiva y bella, mientras que llamaban indecentes a los que se comportaban de forma inadecuada.

Aunque para estas conductas, tanto las positivas como las negativas, preferían los términos decus, dedecus, decorus, indecorus, cuyo valor conocemos en español gracias a los cultismos decoro, decoroso, indecoroso (recordemos, para entender el predominio en este grupo de lo positivo, lo conveniente, lo bien parecido, que de ahí hemos obtenido decorar).

Por otra parte, Arnal nos explica que los adjetivos decens e indecens, y los sustantivos decentia e indecentia, aunque existen en latín, los desestiman la mayoría de autores clásicos, y sólo se incrementan su uso y su fuerza en el bajo latín. Donde nosotros decimos decente, los romanos decían decoroso; y lo que nosotros calificamos de indecente, ellos lo califican de indecoroso.
Más aún, tal como entre los opuestos decoroso / indecoroso el término dominante es el positivo, es decir, que se usa indecoroso para negar la cualidad de decoroso, en el doblete decente / indecente ocurre a la inversa: los términos dominantes son indecente e indecencia, de manera que en la práctica, decente y decencia se usan para negar que se es indecente o que se incurre en indecencia.

Otra observación sobre la indecencia la da el mismo arnal;
“es evidente que respecto a la falta de decoro es mucho más intensa, lo que es un reflejo de que el cristianismo, para bien o para mal (no se debe juzgar a la ligera) cargó las tintas en lo que se refiere a la calificación moral e incluso estética de la conducta en general, y de la conducta sexual en particular. Porque no olvidemos que los términos decente / indecente se han especializado en lo sexual. Un vestido decente, un espectáculo decente, y especialmente una mujer decente se dice con la intención de negar su indecencia (Mariano Arnal:2000).

Para algunos quizás fue necesario ese rígido control de la moral sexual para frenar la reproducción, sin embargo, al estar hoy notablemente desvinculados sexo y reproducción, debería haber decaído el uso de los términos decente e indecente. Pero seguimos viendo que existe una relación profunda en la palabra indecente con alguna connotación sexual.
La indecencia, mejor dicho, la decencia sigue siendo, según nos dicen los guardianes de una moral conservadora, el valor que nos recuerda la importancia de vivir y comportarse dignamente en todo lugar.

“Posiblemente uno de los valores que habla más de una persona es la decencia, para vivirla se necesita educación, compostura, buena presencia y respeto por los demás, pero es muy notable la delicadeza que guarda respecto a la sexualidad humana y todo lo que de ella se deriva.
La decencia es el valor que nos hace conscientes de la propia dignidad humana, por él se guardan los sentidos, la imaginación y el propio cuerpo, de exponerlos a la morbosidad y al uso indebido de la sexualidad…”

Lo anterior sólo por ejemplificar de manera general el sentido que conlleva el término decente / indecente en la actualidad. Haciendo un esfuerzo por interpretar y conjugar estos sentidos, que en general, sin demeritar las distintas connotaciones que pueda haber mas, creemos que lo anterior escrito es la esencia de lo que le significa a la gente el binomio decencia / indecencia.

El sentido de esta página es contravenir precisamente la decencia ya que con ella, o mejor dicho, con este valor entre otras cosas se hace a un lado la decisión y estado de conciencia que debe llevar todo ser humano a hacerse responsable acerca del ejercicio de su sexualidad anteponiendo una “mejor y única” manera de expresar tu sexualidad, misma que conllevaría a una vida decente.

Se dice que la acción de los verbos impersonales está fuera de la voluntad de las personas; no son ellas las que activan el verbo. Y como hemos visto este verbo se encuentra dentro de la clasificación de verbos impersonales.

Por ello se cree que al llevar y expresar la sexualidad, en términos de decencia, se nos aseguraría una vida sana, tranquila, sin complicaciones, sin engaños, hasta la muerte, de fidelidad, e inclusive, hasta con plenitud espiritual.

Cabe decir que esta sexualidad expresada en términos de decencia propone, o responde, a un modelo único de relación amorosa; relaciones monógamas, heterosexuales, en pareja y desiguales.

Niega además la posibilidad de expresar tu sexualidad con amigos o amigas; “uno no debe mezclar la amistad con lo sexual […] uno no debe relacionarse con parejas de amigos o conocidos”, expresiones que toman fuerza del cristianismo. Sin embargo, lo que realmente ha pasado, es que se ha construido una vida con doble moral, una doble vida, una simple y llana forma de vivir de manera superficial.

Sin ánimos de entrar en un terreno subjetivo, es decir, lo indecente es un concepto un tanto subjetivo debido a que el sentido puede variar de persona a persona; no se olvide que más allá de las interpretaciones personales existe un consenso, o para ser más exactos, una convención social de lo que de deben significar las palabras o el sentido que deben tener.

Por ello, en la liga de la indecencia, queremos ser indecentes y no por ello sentir vergüenza, ser juzgados, es un juego irónico vs todos esos discursos que te dicen ¿Cómo llevar tu vida en pareja? ¿Cuál es la mejor relación? ¿Cómo comportarte de manera correcta con respecto al sexo? Y sí, se pudiera confundir con algo subjetivo pero hay una esencia.

Si bien es cierto que cada quien, en términos de sexualidad, tiene sus propios límites existe una carga social que te dice cómo es ser normal en la cama, te exige una relación monógama, heterosexual y desigual.

Siendo indecente no existe un modelo único de relación, y lo mejor, es que cada quien decide ¿Cómo? ¿Cuándo? y hasta ¿Cuándo? Para ser miembro no es necesario una membresía, valga la redundancia. Creemos que la indecencia se debe vivir sin vergüenza, reconocer el placer a todo viento, hablar de la lujuria sin pudor.

Reconocer y darte la posibilidad de los antojos, curiosidades y demás experimentos, sin que por ello, haya remordimientos en caso de no ser muy agradables.

Que las relaciones no estén determinadas y marcadas por una serie de compromisos falsos e impuestos.

Partimos de la idea de la negociación constante, de los tratos, de la honestidad sin que por ello haya reclamos.

Que el amor no determine y frustre la posibilidad de sentir placer por el sólo gusto de sentirlo

Que la indecencia se discuta todos los días, y que con ello, las relaciones se construyan cada día en el aquí y el ahora.

Finalmente sólo resta decir que mantener una, o varias, relaciones en términos de indecencia cuesta el doble de trabajo, pero que la gratificación también viene en partida doble.